El próximo 10 de noviembre los españoles iremos a votar. En las últimas elecciones generales, celebradas en abril, estaban llamados a las urnas 16,8 millones de hombres y casi 18 millones de mujeres. Pero si esas elecciones, o las que están por venir, se hubieran celebrado hace un siglo… esas mujeres se habrían quedado en casa en lugar de asistir al colegio electoral. Y que eso no sea así se lo debemos a una mujer pionera, luchadora por el voto femenino, alguien a quien desde Animosa estamos muy orgullosas de homenajear con este artículo (y con una de nuestras agendas anuales): Clara Campoamor.
El sufragio femenino, asignatura pendiente en España
Qué mejor día que hoy para recordar a Clara Campoamor que hoy, 1 de octubre, el día en que se cumplen ochenta y ocho años de su legendario discurso en las Cortes, que dio un vuelco a la historia de España.
Porque España iba a la zaga de los países desarrollados en aplicación del sufragio universal. En 1893, Nueva Zelanda fue el primer estado del mundo en aprobar el sufragio universal sin restricciones. Después llegaron Australia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Irlanda, Polonia, Bélgica, Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia… y así hasta veintiún países de Europa, América, Asia y Oceanía. Pero en España aún era un tema sometido a debate.
La doble paradoja del voto femenino
En España se daba una doble paradoja en cuanto al sufragio femenino. Por una parte, que desde 1931 las mujeres podían ser elegidas en las elecciones, pero no ser ellas quienes elegían. Así, en aquel Parlamento de la República, hubo por primera vez tres diputadas (de 465 en total): Victoria Kent, Margarita Nelken y la propia Clara Campoamor.
La otra paradoja es que era precisamente una parte de la izquierda, de los partidos progresistas, quienes más se oponían al sufragio femenino. Consideraban que el voto de las mujeres, fuertemente influenciadas en la época por la iglesia, tendería siempre hacia la derecha. Pero Campoamor tenía una respuesta clara a esas objeciones: defendía «el derecho de las mujeres a equivocarse».
Quién fue Clara Campoamor
Clara Campoamor procedía de un origen humilde. Nacida en el barrio madrileño de Malasaña, de madre costurera y padre contable, con diez años tuvo que dejar la escuela y ponerse a trabajar. A partir de entonces, a pesar de las penurias que imponían los tiempos, se preocupó por tener una formación autodidacta. Acabó el Bachillerato estudiando por su cuenta. Y tenía ya treinta y cinco años cuando se licenció en Derecho, carrera que logró acabar en solo dos años.
Se proclamaba a sí misma como defensora de un ideal laico, republicano, democrático y liberal. Empezó a participar en la vida política y fue entonces, en aquellas primeras elecciones democráticas de 1931, cuando fue elegida diputada en Cortes. Luchó desde su escaño por la eliminación de la discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas nacidos fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, es decir, el derecho a voto para las mujeres.
El discurso de Clara Campoamor el 1 de octubre de 1931
El 1 de octubre de 1931 llegó el momento de la verdad. Clara Campoamor iba a defender el derecho al voto para las mujeres ante las Cortes. En otro de esos curiosos juegos de paradojas, fue otra mujer, Victoria Kent, quien se enfrentó a ella en sus argumentos. Kent fue una pionera en los derechos de las mujeres, pero su figura ha quedado marcada por esa oposición al sufragio universal, reflejada en sus palabras:
«Es significativo que una mujer como yo se levante a decir a la Cámara, sencillamente, que creo que el voto femenino debe aplazarse. Que creo que no es el momento de otorgar el voto a la mujer española: lo dice una mujer que, en el momento de decirlo, renuncia a un ideal».
Pero no son las palabras que Victoria Kent las que han quedado grabadas en la historia política española. Son las de Clara Campoamor:
«Yo ruego a la Cámara que me escuche en silencio; no es con agresiones y no es con ironías como vais a vencer mi fortaleza; la única cosa que yo tengo aquí ante vosotros que merezca la consideración y acaso la emulación es defender un derecho a que me obliga mi naturaleza, mi tesón y mi firmeza. Es un problema de ética, de pura ética, reconocer a la mujer, ser humano, todos sus derechos; solo aquel que no considera a la mujer ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y el ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre»
La votación, que cambió el curso de la historia, la ganó Campoamor por un ajustado resultado de 161 votos a favor frente a 121 en contra. El texto íntegro del discurso de Clara Campoamor ha quedado para siempre marcado como un hito en el camino hacia la igualdad.
Su vida tras pasar a la historia
Después de lograr su objetivo, no volvió a ser elegida diputada. En 1936, estalló la Guerra Civil y ella se exilió, iniciando un periplo por diferentes países, en los que desempeñó distintos trabajos. Fue traductora, escritora y articulista, siempre con el feminismo como tema central de sus publicaciones. También ejerció como abogada en Suiza, hasta que la enfermedad se cebó con ella y falleció en 1972.
Tras la restauración de la democracia, su figura, olvidada durante décadas, fue restaurada. Se crearon numerosos reconocimientos en su nombre y algunas publicaciones nos permiten conocerla mejor. Del amor y otras pasiones es un libro que recoge los ensayos de divulgación literaria y poética que escribió desde el exilio. Y La revolución española vista por una republicana es la obra clave de su ideal político, que puede encontrarse hoy reeditada.
No se nos ocurre una mejor forma de homenajear a una mujer a la que le debemos tanto que con sus propias palabras. Las pronunció años después de aquel discurso y con ellas definió el feminismo de un modo que, por suerte o por desgracia, sigue muy vigente hoy:
«Digamos que la definición de feminista con la que el vulgo pretende malévolamente indicar algo extravagante indica la realización plena de la mujer en todas sus posibilidades, por lo que debería mejor llamarse humanismo».
«Es mi convicción la que habla», dijo tal día como hoy Clara Campoamor. Gracias a esa convicción, hoy las mujeres podemos ir a las urnas en igualdad de condiciones. Desde Animosa, brindamos por esa convicción. Una convicción que queremos que nos llene de fuerza e inspiración los 365 días del año. Y esa es la razón por la que la hemos elegido como una de las protagonistas de nuestras agendas anuales. Por su convicción… y por la de todas nosotras.
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