El poder silencioso de Emily Dickinson

Tenemos la nueva colección de papelería recién salida del horno, ¿la has visto? Y entre grandísimas mujeres como Anne Sullivan, Filomena Dato, Emma Goldman y nuestra eterna Rosalía de Castro…hemos dado un espacio muy especial a Emily Dickinson. Ella ha sido nuestro gran descubrimiento estos últimos años y estamos introduciendo sus versos también en las colecciones de ropa. ¿Cómo una mujer recluida, sin casi ver a nadie, es considerada un referente feminista? ¿Cómo alguien que publicó solo una docena de poemas en vida, ha influido de Elizabeth Bishop a Sylvia Plath? Te guste o no la poesía, deja que te metamos un poco en su mundo. Descubre el poder silencioso de Emily Dickinson.

Transgresora sin proponérselo

Definir a Emily Dickinson como una poeta estadounidense del siglo XIX, algo excéntrica, que escribió muchos poemas que apenas publicó en vida, es como resumir a Frida Kahlo diciendo que le gustaban las cejas grandes. 

Nació en una familia adinerada y conservadora. Se esperaba de ella lo que se esperaba de cualquier mujer blanca de clase media-alta en esa época: que fuera educada, piadosa, obediente, buena esposa y mejor madre. Pero Emily fue otra cosa: libre.

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El poder silencioso de Emily Dickinson

Su primera gran rebelión fue en su adolescencia, cuando estudiaba en un seminario para señoritas, allí rechazó plenamente la idea tradicional “de un Dios todopoderoso que exigía su alma.” Desde ese momento defendió con uñas y dientes su autonomía espiritual, aunque eso no la convirtiera en la mujer más popular de la fiesta. Luego se vería en su obra.

La segunda, fue enfrentarse a su padre (de carácter tiránico). En la época de Emily no se consideraba correcto que las mujeres anduvieran enredadas en libros y versos. Estaba muy extendida la idea de que, si una mujer realizaba un gran esfuerzo intelectual, aquello repercutiría muy negativamente en su salud. Y en su capacidad de reproducción. Consiguió lo que más quería: Tiempo y un lugar para escribir (la famosa “habitación propia” de Virginia Woolf). Desde las tres de la mañana hasta las doce de mediodía escribía sin descanso. Las “horas matutinas”, las denominaba ella. También se ganó el derecho a entrar y salir de la biblioteca paterna cuando le viniera en gana. Algo absolutamente impensable en la época.

¿Algunos poemas para empezar? Te sugerimos «Morí por la belleza», una selección para adentrarte en sus anhelos.

La habitación propia de Emily Dickinson

Apenas salió de casa. Su vida, por lo demás, fue un enigma. Durante décadas, vivió recluida en su habitación, escribiendo como si se le fuera la vida en ello (y en parte, se le iba). No recibía visitas, no salía a eventos sociales…le costaba mucho relacionarse con la gente. Un clérigo la definió como «rara y monjil”.

Dicen que se enamoró de un predicador al que vio una vez en una iglesia, y cuando el predicador se fue a vivir a San Francisco, Emily Dickinson decidió vestir siempre de blanco. Hay quien dice que su cuñada fue el gran amor de su vida, le dedicó varios poemas y cartas (la mayoría censuradas o reescritas).

El poder silencioso de Emily Dickinson
Todo lo que sabemos del amor…

Se han dicho muchas cosas: fobia social, depresión… Pero también podemos verlo de otra manera: eligió el encierro como forma de autonomía. En un mundo que no le ofrecía libertad ni espacio para crear, se inventó su propio universo. Su habitación fue su guarida, su laboratorio, su refugio. “Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”, escribió.

Adrienne Rich, una de las grandes poetas feministas del siglo XX, dijo de ella: “Dickinson es una de las poetas más revolucionarias que jamás haya existido. Su encierro fue su resistencia, su poesía fue su grito.”

Una voz radical que hablaba en susurros

El tercer rasgo del poder silencioso de Emily Dickinson fue su poesía. Escribió sobre la muerte, el deseo, la fe, la identidad, el dolor, la esperanza… Y lo hizo con una voz única, fragmentaria, extraña. Como si fuera una hacker de la poesía: cortaba frases, interrumpía pensamientos, abría puertas sin cerrarlas. Su estilo, absolutamente personal, rompía con todo lo establecido.

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Ni siquiera hoy, más de ciento treinta años después de su muerte, se ha superado totalmente. Sus enigmáticos poemas a menudo no sabemos muy bien ni qué dicen ni a quién se refieren. Son breves, pero contienen galaxias. Son como bombas pequeñitas que te explotan por dentro. No dan respuestas, pero te dejan preguntas. Y eso es tremendo (aún hoy, imagina en su época).

Un legado que inspira, incómoda y libera

Emily escribió casi 1800 poemas. ¿Sabes cuántos publicó en vida? Once. Y editados hasta el absurdo, porque los editores no soportaban sus guiones, sus mayúsculas aleatorias o su estilo críptico.

Vivió bastante -56 años-, pero al morir solo la conocían sus familiares y un pequeño círculo de personas que se habían escrito con ella pero a las que apenas había visto. En su entierro, alguien leyó un poema de Emily Brontë.

Después de su muerte en 1886, su hermana descubrió los poemas guardados en una caja. Se publicaron modificados para que fueran más “aceptables”. Recién entrado el siglo XX se empezó a publicar su obra tal como ella la escribió. Y aún hoy, hay discusiones sobre cómo interpretarla, cómo traducirla y cómo entenderla. Ese «Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”, dice literalmente «No sabemos lo altas que somos/ hasta que NOS ORDENAN que nos pongamos en pie” o «hasta que somos llamadas a ascender”, es una diferencia importante que cuadra un poco más con su vida de reclusa.

El poder silencioso de Emily Dickinson
Camiseta inspirada en uno de sus poemas

El verdadero poder silencioso de Emily Dickinson

Emily Dickinson no escribía para gustar, escribía para decir lo que necesitaba decir, y ese es su poder silencioso. No todas las revoluciones hacen ruido. Algunas se escriben en soledad, con letra pequeña y alma grande. Emily nos enseña que la rebeldía y el activismo no siempre necesitan escenario. Que una mujer sola, en una habitación, escribiendo lo que quiere escribir, puede cambiar el mundo.

Ha llegado el momento de dejar de verla como una rareza literaria y empezar a verla como una mujer poderosa que escribió desde los márgenes. No fue una víctima pasiva. Fue una creadora, una visionaria, una disidente. Si ella misma rechazó con tanta vehemencia la publicación de su obra en vida, fue porque era consciente de su modernidad, de lo poco que encajaba en la época. Y a nosotras nos encanta la gente que no encaja.

Una respuesta a «El poder silencioso de Emily Dickinson»

  1. Siempre me resulta interesante conocer más en profundidad la historia de mujeres tan inspiradoras…No he leído mucha poesía, pero creo que ha llegado el momento de hacerlo. Gracias 🙂

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