Dot Robinson y otras mujeres aventureras

Antes de Dot Robinson, ser mujer y motorista era algo que, de darse, se daba en la intimidad. Las mujeres eran a las motos lo que los personajes secundarios de Son of Anarchy o del videoclip de Ride, de Lana del Rey, simples adornos. Pero Dot Robinson, la que para muchos es la primera mujer motorista de la historia, lo cambió todo. Gracias a ella, las mujeres empezaron a participar en todo tipo de carreras de motociclismo.

Hace apenas unas semanas, Laia Sanz terminaba su décimo rally Dakar, convirtiéndose en la única persona del mundo que ha conseguido tal hazaña. Pero las noticias, lejos de centrarse en ella, hablaron de Carlos Sainz, que había ganado el mismo rally por tercera vez, y en Fernando Alonso, que lo había culminado con éxito en su primer intento. Sin embargo, su record fue un éxito para las mujeres, un éxito que no se habría dado sin Dot.

Dot Robinson, pionera del motociclismo

Dot nació como Dorothy Goulding en Melbourne en 1912. Su padre, piloto profesional y mecánico de motos, la llevó a casa en el sidecar de su Harley Davidson, y desde ese momento su amor por las motos no dejó de crecer.

Tras casarse con Earl Robinson a principios de los años 30, ambos empezaron a competir en moto con sidecar, estableciendo varios récords. En algunos de ellos conducía él, y en otros ella: eran una pareja igualitaria incluso en las carreras. Y en los años 30, en plena Gran Depresión, consiguieron que Harley Davidson les financiase la compra de un concesionario de motos de la marca. A fin de cuentas, la Harley Davidson rosa de Dot se convirtió en un icono de la empresa.

Además, Dot consiguió que la American Motorcycle Association (AMA) la dejase competir en carreras de resistencia, algo vetado a las mujeres. Su tesón sin duda abrió el camino que hoy recorren chicas como Laia Sanz. Y no sólo eso, también fundó, junto a Linda Dugeau, el motoclub Motor Maids, que fue la primera asociación de motociclismo femenino oficial de los Estados Unidos. Ellas consiguieron que ser motorista dejase de ser un terreno exclusivamente masculino, y dejaron su marca en ese campo durante décadas.

En el caso de Dot su actividad se mantuvo prácticamente hasta su muerte, en 1998. Se cuenta que sólo un año antes de su fallecimiento, Dot Robinson seguía montando su Harley Davidson rosa con un casco del mismo color, bien arreglada y maquillada como la gran dama que era.

Muchas aventureras de la segunda mitad del siglo XX, como Brenda Collins, una periodista británica que recorrió varios países en moto en la década de los 50, le deben mucho a ella y a otras que, como ella, no temieron romper las reglas.

Otras mujeres tan aventureras como Dot Robinson

Annie Londonderry y su bicicleta

Una de estas mujeres, bastante anterior a Dot Robinson, fue Annie Cohen Kopchovsky , una aficionada al ciclismo de finales del siglo XIX. Annie se hizo famosa cuando aceptó una arriesgada apuesta. Dos empresarios de boston le ofrecieron 10.000 dólares si conseguía dar la vuelta al mundo en bicicleta (sí, lo habéis oído bien, chicas, Willy Fogg también fue una mujer) y ella aceptó.

Probablemente no esperaban que lo hiciera, ya que Annie, que tenía 24 años, había parido ya a 4 hijos y era ama de casa. Pero ella lo hizo y, más extraordinario aún: ganó. Durante 16 meses, viajó de país en país montada en su bicicleta de hombre y no solo consiguió los 10.000 dólares, sino también fama suficiente para establecerse en Nueva York.

Entonces empezó a ser conocida como Annie Londonderry (la marca de agua que había patrocinado su viaje) e inició una exitosa carrera periodística. Su nombre de pluma fue “The New woman”, una nueva mujer que, según decía Annie, era capaz de hacer cualquier cosa que hiciera un hombre.

La vuelta al mundo de Nellie Bly

Más extraordinaria aún fue la historia de Nellie Bly, otra periodista del New York World (el mismo periódico donde trabajaba Annie Londonderry). Además de ser pionera en el mundo del periodismo de investigación, Nellie fue capaz de lograr algo increíble: dio la vuelta al mundo en menos de 80 días. Como tantas veces, la realidad superó a la ficción.

La vuelta al mundo de Nellie empezó el 14 de noviembre de 1889 en el puerto de Nueva York, dónde se subió a un barco con sólo una maleta de mano. La llevó a Inglaterra y de allí a París, dónde un escéptico Julio Verne se comprometió a aplaudirla públicamente si lograba hacerlo en 79 días. Finalmente, tras pasar por una docena de países, volvió a Nueva York el 25 de enero de 1890. Su viaje había durado sólo 72 días y el escritor quedó impresionado.

Ese récord fue ampliamente superado poco después por el empresario George Frances Train, que lo logró en 62 días. No obstante, la hazaña de Nellie fue extraordinaria sobre todo porque la realizó una mujer soltera y trabajadora en una época en que la mayoría no conseguían salir del rol de esposa y madre. Ella misma recogió sus experiencias de viaje en un libro llamado «La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos».

Reporteras de guerra y escritoras de viajes

Años después, tras casarse y enviudar, Nellie Bly fue enviada a Europa para cubrir la I Guerra Mundial, convirtiéndose en una de las primeras mujeres dedicadas al periodismo de guerra.

Ese terreno, poco antes vedado a las mujeres, se abrió de repente ante muchas aventureras que estaban dispuestas no solo a viajar, sino también a correr innumerables riesgos para lograr un buen artículo o una buena foto.

En aquella época la mayoría de mujeres que escribían lo hacían sobre romances o para los niños. No obstante, aparecieron periodistas como Carmen Bueno o Martha Gellhorn. Y también escritoras que, como Aurora Bertrana o Marguerite Duras, aprovecharon su pasión por los viajes para llenar sus libros de exotismo, erotismo y color.

Las mujeres Animosa, aventureras y valientes, somos deudoras de estas grandes mujeres que siguieron un camino tan difícil. La sociedad probablemente no estaba preparada para ponerse de su lado, pero eso no las hizo echarse atrás. Su valor y su convencimiento de que ser mujer no era un inconveniente para lograr lo que se propusieran fueron determinantes. Nunca se rindieron, nunca renunciaron a sus sueños, y eso nos ha llevado a vivir en un mundo mejor. Gracias por tanto, chicas!

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