El Síndrome de la Impostora

¿Por qué será que cada vez que le preguntas a un hombre en una entrevista de trabajo por sus habilidades resulta ser experto en todo? Nosotras, en cambio, ya podemos tener un máster en biología marina, que cuando nos preguntan sobre el tema terminamos con un: «bueno, sí, sé un poquito sobre ello». ¿Y por qué en el colegio las chicas creemos que no hemos estudiado lo suficiente y en cambio los chicos piensan que «el examen era muy difícil»? ¡Espabilemos, chicas! Todo es culpa del síndrome de la impostora, que no es un trastorno ni un problema psicológico, es un fenómeno con sesgo de género. Así que si quieres saber como sobreponerte a él quédate con nosotras y sigue leyendo.

Lo primero, y antes de escuchar esas sensibilidades heridas, esto es una generalización, sí. Es verdad que el síndrome del impostor puede afecta a ambos géneros, pero los estudios coinciden en que, si un hombre padece el síndrome del impostor, se trata más de un rasgo individual, de personalidad, mientras que en las mujeres es algo más enraizado y estructural.

¿Por qué? Porque la sociedad nos ha criado para sentirnos inseguras, simple y llanamente. Y el síndrome de la impostora no es solo un reflejo, sino que se convierte en un desencadenante que contribuye a la desigualdad en todo el proceso. ¡Y así la pescadilla que se muerde la cola! Por eso es tan importante que podamos identificarlo y sobreponernos a él.

5 señales de que sufres el síndrome de la impostora

1. Te comparas con las demás

Tiendes a compararte con las demás y, cuando a otra persona le va mejor, ahí empieza tu auto-sabotaje. No eres capaz de identificar todo lo que has conseguido y te ataca el complejo de inferioridad.

2. Eres demasiado perfeccionista

Sientes que si no lo haces todo perfecto es que no eres apta para ese trabajo y esto te lleva a vivir con un miedo constante al fracaso. Así que terminas dedicándole un esfuerzo exagerado a cada tarea.

3. Ves más tus fallos que tus logros

Cuando alcanzas un logro no terminas de creerte que te lo merezcas. Piensas que fue cosa de suerte y no le das demasiada importancia. Pero… Ay, ¡como cometas un fallo! Nos pasa a todas, ya sabes, somos humanas, de repente todo se convierte en un drama. Un pequeño fallo puede echar por los suelos toda tu confianza y hace que te machaques de forma constante.

4. Síndrome de la impostora disfrazado de modestia

Sí, es verdad que a nadie le apetece pasarse el día al lado de una persona que solo sabe elogiarse a sí misma, pero pasarse de modestia puede ser igual de perjudicial. Si reduces tus méritos y no los comunicas, las personas a tu alrededor no serán conscientes, permaneciendo siempre en un área de mediocridad. Es verdad que se reducen los riesgos, ¡pero también los logros!

5. Vives con «miedo a que te descubran»

¿Qué hago aquí? ¿No hay otra persona más preparada que yo para este puesto? Estás siempre en tensión y con miedo a que la gente descubra que eres un «fraude» y no te mereces ese trabajo. Esto te lleva a evitar la exposición e intentar pasar desapercibida.

¿Cómo combato el síndrome de la impostora?

Una cosa está clara: debemos trabajar en nuestra confianza. Y este tipo de cambios no se consiguen de la noche a la mañana. Así que centrémonos en dar pequeños pasitos.

Salir de nuestra zona de confort, ir asumiendo pequeños riesgos, repasar nuestros logros cada vez que nos sintamos inseguras o rodearnos de mujeres excepcionales que apoyen nuestro proceso son algunos de los pasos por los que comenzar.

Buscar referentes femeninos que nos inspiren es también una parte importantísima. Nunca subestimes la fuerza de un: «Si ella pudo, yo también». Y con la misma, convertirnos nosotras mismas en referentes para las más pequeñas. Porque esto lo hacemos por nosotras, sí, pero también por ellas.

El síndrome de la impostora, de Elisabeth Cadoche y Anne de Montarlot

Toda esta reflexión ha venido por dos cosillas: porque el 8M está a la vuelta de la esquina y nos remueve todo lo removible. Y porque ha caído en nuestras manos el último libro de la periodista Élisabeth Cadoche y la psicoterapeuta Anne de Montarlot. Una reflexión sobre por qué las mujeres seguimos sin creer en nosotras mismas y que os invitamos a leer y darle unas cuantas vueltas. Porque tú, sí tú, no eres ningún fraude. Y si lo sientes, que sepas que no eres la única. Empecemos de una vez a creer en nosotras y en nuestro talento.

síndrome de la impostora

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